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Las frutas son uno de los alimentos importantes que debemos consumir dentro de nuestra dieta. Nos proporcionan muchas vitaminas y minerales, y son ideales para bajar de peso porque contienen cantidades mínimas de sodio y grasa, las que son siempre insaturadas.
Además carecen de colesterol, lo que las hacen imprescindibles para evitar enfermedades cardiovasculares.
Aunque hay varias patologías en que nos pueden ayudar:
Obesidad: Las frutas poseen mucha fibra y muy pocas calorías, permitiendo que el cuerpo se sacie con más facilidad sin tener que ingerir otros alimentos mucho más calóricos.
Ataques al corazón: Las frutas previenen la formación de coágulos en nuestras arterias y fluidifican la sangre, si las consumimos habitualmente podemos reducir de un 20% a un 40 % las posibilidades de sufrir un problema vascular.
Hipertensión: combinado con ejercicio el consumo habitual de fruta más una dieta baja en grasas, disminuye nuestra presión arterial.
Cáncer: Estudios recientes demuestran que la fruta, al ser rica en componentes antioxidantes, es capaz de eliminar los radicales libres, responsables de la aparición de diversas enfermedades llamadas ‘degenerativas’, entre las que se encuentra el cáncer.
Es por ello que se recomienda:
  • Consumir diariamente dos porciones de fruta. Podemos acostumbrarnos a ellas comiendo una en la mañana o tomando el jugo con zumo de la fruta. Todo lo que contiene la fruta, desde el agua, las enzimas y las vitaminas son excelentes para hidratarnos y vitalizar nuestro sistema cardiovascular.
  • Las frutas contienen mucha vitamina C lo que las convierten en potentes antioxidantes, contribuyendo a la excelente salud de nuestros huesos, ayuda a sanar heridas y refuerza la acción de la vitamina E que también es antioxidante.
  • Aumentar el consumo de frutas porque tienen fibra, lo que es vital para ayudar a quienes sufren de estreñimiento, ya que ayuda a la expulsión de heces del intestino y ayuda con otras enfermedades intestinales como la diverticulosis, habitual en la gente de más edad.
  • Nos ayudan a conseguir el equilibrio comúnmente llamado ‘acido-base’ del cuerpo, donde se neutraliza el exceso de acidez. Gracias a su alto contenido en sales de potasio y magnesio eliminan líquidos y el exceso de residuos nitrogenados, purificando nuestro organismo.
  • Intenta comerlas con yogur, picadas, cocidas, deshidratadas, agrégalas a tu tazón de leche con cereales del desayuno.